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el origen del bien y del mal 2

El origen del bien y del mal (2ª parte)

Hoy continuamos descifrando el origen del bien y del mal. Para ello abordaremos las coincidencias que podemos observar entre el mito bíblico de Adán y Eva y el helénico de la Caja de Pandora vistos en «El origen del bien y del mal (1ª parte).

PUNTOS EN COMÚN

Aunque estos dos de mitos sobre el origen del bien y del mal son aparentemente muy distintos, lo cierto es que guardan un asombroso paralelismo entre sí.

En primer lugar y como dato más llamativo, en ambos parece ser la mujer la causante del pecado; en el relato bíblico comiendo de la fruta en primer lugar, y en mito griego abriendo la caja prohibida. Esto puede explicarse por la misoginia propia de las primeras civilizaciones humanas, que intentan justificar un trato discriminatorio hacia la mujer, convirtiéndola en la responsable de la pérdida del favor divino.

Otra coincidencia importante es que la humanidad es reflejada viviendo en la gracia de Dios, pero con una libertad sólo aparente, ya que los hombres no conocen el mal y, además, tienen prohibidos determinados comportamientos, como comer del fruto de un árbol o abrir una simple caja.

Existe, sin embargo, un detalle que parece relacionar ambos relatos más allá de la mera casualidad y que puede empezar a arrojar algo de luz sobre su significado real oculto.

En el relato bíblico, Eva es tentada por Satán con la forma de una serpiente. Satán se identifica en el cristianismo con Lucifer, un ángel que perdió su condición por querer ser como el propioDios. La palabra Lucifer proviene del latín y significa “portador de luz”.

Por su parte, en el relato griego nos encontramos con Prometeo cuyo pecado es precisamente robar el fuego de los dioses, para ayudar al hombre a combatir la oscuridad. Tenemos por tanto por un lado un “portador de luz” y por otro un “portador de fuego”. Es aquí donde encontramos el verdadero fruto prohibido; en la luz. La luz que abre los ojos de Adán y Eva, que ilumina al hombre y le hace ver que está desnudo, acercando su entendimiento al de los dioses.

Esto podría significar que el pecadocometido por el hombre fue un pecado de soberbia. Pecado cometido al intentarser como el mismo Dios pero, ¿existe algún hecho histórico en que puedafundamentarse esta hipótesis?

MITOS AFRICANOS DE LA VIDA Y LA MUERTE

Junto al lago Victoria, en su orilla septentrional, se encuentran los Kintu. Entre la mitología de esta tribu, existe una interesante leyenda sobre el origen de la muerte. Cuentan que un emigrante, que fundó la dinastía real de Buganda, fue al cielo en busca de esposa. Su deidad, a la que denominan el Gran Dios, le dio a su hija Nambi y les pidió que regresaran de inmediato a la Tierra, para evitar que les acompañase el hermano de Nambi; Walumbe. A medio camino, Nambi decidió regresar en busca del grano, que les había regalado el Gran Dios para dar de comer a los pollos. Cuando Kintu alcanzó a Nambi, su hemano Walumbe se le había unido y ambos regresaron con él a la Tierra. Walumbe no era otro que la muerte que, al irse a vivir con ellos, hizo que desde ese momento los hombres fuesen mortales.

Mitos africanos

Este mito africano redunda en apuntar ala mujer como la culpable de desobedecer a Dios que, una vez más, trae la desgracia a la humanidad en la forma de su propio hermano: la muerte. Sin embargo, se añade un nuevo detalle; se dice en esta ocasión que la mujer vuelve en busca de grano a la casa de Dios, un pecado en apariencia banal para merecer un castigo tan severo.

En el sur del Sudán, en la tribu de los Dinka, existe un nuevo mito que culpa a la mujer de la mortalidad humana. En el principio del mundo, el Gran Dios daba un grano de mijo al día a la pareja humana formada por Garang y Abuk. La mujer, Abuk, decidió que, aunque aquello era suficiente sustento, podía conseguir más plantando ella misma mijo. Al hacerlo, golpeó a Dios con su azadón. La deidad se enfureció y se alejó de la humanidad, mandando un gran pájaro azul que cortó la cuerda que unía el cielo con la Tierra. Desde ese momento, los hombres quedaron sujetos a la enfermedad y la muerte, teniendo que trabajar duramente para asegurarse el alimento que antes les proporcionaba el Gran Dios. El mito Dinka resulta muy revelador,siendo probablemente en que más explícitamente apunta a la causa real de la desgracia humana.

Si en el mito bíblico, el pecado se producía al comer de un fruto, y en el griego, era el resultado de robar fuego oculto en un tallo de hinojo, los Kintu lo achacan a la búsqueda de grano por parte de una mujer, son los Dinka, los que apuntan, simple y llanamente, al hecho de cultivar.

CONCLUSIONES

Las primeras tribus humanas eran sociedades nómadas que basaban su existencia en la caza y la recolección de frutos silvestres. Estos grupos humanos eran normalmente matriarcales y estaban sujetos a la bonanza del medio para subsistir. Es muy probable que, en algún momento de su evolución, las mujeres, encargadas de la preparación de alimentos, observasen como las semillas y los huesos de frutos, que arrojaban al exterior de sus viviendas, germinaban dando lugar a nuevas plantas. Esto pudo marcar el inicio de la agricultura, que habría sido llevada por la mujer a esas primeras tribus y que habría supuesto una revolución cultural, religiosa y económica sin parangón en la evolución humana.

Recolectores y cazadores

La agricultura trajo consigo la ganadería y un crecimiento humano que de otra forma hubiese sido insostenible.Sin embargo, también acarreó una reducción de la dieta, al centrarse sobre los productos cultivables, y dio lugar a un ser humano más vulnerable y dependiente del grupo, condenado a trabajar duramente para asegurarse el sustento. Las agrupaciones humanas dieron lugar a un florecimiento cultural y a una toma de conciencia del individuo y de su entorno, mucho mayor que la vivida con anterioridad.

mujer agricultura
La mujer descubrió la agricultura

Los ecos de este drástico cambio en la vida humana, pudieron pervivir en la memoria colectiva a modo de mitos, que intentaron explicar este cambio fundamental de la especie.

El paraíso sería así un eco del recuerdo de una vida primordial, integrada en la naturaleza y sin apenas conciencia individual. El pecado original no sería, por tanto, otra cosa más que la transgresión que supuso arrebatar la creación de vida natural (plantas y animales), de manos de los dioses. para dárselas al hombre. Paso que, probablemente, propició la mujer y que explica mucho mejor, ahora sí, el nombre bíblico de Eva (dadora de vida).

Este conocimiento, sería la auténtica luz robada a los dioses, el fuego que iluminaba al hombre y le igualaba al mismo Dios. El castigo impuesto por la divinidad, no sería otra cosa que la consecuencia natural sufrida por este cambio humano; el aumento del trabajo y los padecimientos humanos, y una mayor inteligencia que nos hace dolorosamente conscientes de nuestra propia mortalidad.

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